Un domingo de envío y esperanza en el Vicariato Apostólico Ñuflo de Chávez
Prensa CEB 28.04.2025. Este domingo, lleno de profundo significado, hemos sido testigos de cómo el Señor Resucitado sigue caminando en medio de su pueblo, guiando a su Iglesia con amor y sabiduría. Monseñor Antonio Bonifacio, en su homilía, nos recordó que la Pascua es el paso de la muerte a la vida, de la tristeza a la alegría, de la duda a la fe.
Hoy, reconocimos este paso pascual en varios momentos importantes: en el envío del Padre Juan Piatak, quien después de años de servicio fiel en nuestra parroquia “Santa Clara” y en el Vicariato, parte a continuar su misión en otro país, como los apóstoles enviados por Jesús a todas las naciones. Su entrega, su paciencia y su testimonio vivo de fe nos han marcado profundamente. Le damos gracias a Dios por su vida y su ministerio, y le pedimos que su camino siga estando lleno de frutos espirituales.
Al mismo tiempo, celebramos con esperanza la llegada del P. Ks Tomasz Kulig , a quien acogemos con alegría y fe. Él es ahora nuestro nuevo pastor, a quien el Señor ha confiado esta porción de su pueblo. Así como el marcapaso espiritual que el Señor nos regala —en el bautismo, en la Palabra, en la Eucaristía— regula nuestro caminar en la fe, también el Padre Tomás viene a ayudarnos a seguir latiendo al ritmo del Corazón de Cristo.



En su homilía, monseñor nos invitó a no temer de nuestras dudas y oscuridades. Así como Tomás el apóstol pasó de la incredulidad a la fe al tocar las llagas gloriosas de Cristo, nosotros también estamos llamados a reconocer a Jesús en cada paso de nuestra vida, incluso en los momentos de dolor, como el que viven ahora nuestros hermanos afectados por el accidente, especialmente el P. Adalid Ordoñez Palachay y el P. Ruperto Rodriguez Barriqui, por quienes oramos con fervor.
Cada paso, cada envío, cada nueva oportunidad, es un recordatorio de que Jesús está vivo y actúa en su Iglesia. También lo vimos en aquellos que en la Fazenda dan un paso valiente dejando atrás los vicios y abrazando una vida nueva, y en el Padre Roberto Hof ahora delegado episcopal de Tierras Bajas, llevando la misión de Cristo a nuevos lugares.
Finalmente, en un gesto profundamente simbólico, monseñor entregó la cruz misionera al Padre Juan, como signo de su envío permanente. Esta cruz nos recuerda que ser cristianos es vivir siempre en movimiento, en salida, siguiendo los pasos de Jesús, como María, nuestra Madre, lo hizo desde su sí generoso y constante.
Que este domingo de la Divina Misericordia fortalezca nuestra fe, renueve nuestro compromiso de caminar al ritmo de Cristo, y nos una más como comunidad viva y misionera.
Fuente: Clara De Asis Parroquia








