El Arzobispo de La Paz lamenta actos en Juegos Olímpicos y resalta la importancia de la Eucaristía
Prensa CEB 29.07.24.- En la Eucaristía del domingo 28 de julio, el Arzobispo de la Arquidiócesis de La Paz, Mons. Percy Galván, expresó su dolor por los recientes eventos ocurridos en la inauguración de los Juegos Olímpicos, lamentó la “decadencia” del pueblo europeo, resaltando que la Eucaristía no es solo un rito litúrgico, sino un misterio profundo que encarna la presencia real de Cristo en su cuerpo y sangre, “fundamento de la fe cristiana”.
“Qué pena lo ocurrido en la inauguración de los Juegos Olímpicos, realmente mucho dolor y mucha pena por el pueblo francés, que en cierta manera refleja la decadencia del pueblo europeo, está bien que hagan todo su folklor que quieran, pero ya meterse con la Última Cena, meterse con Eucaristía, meterse con la fe de millones y millones de personas; lo más que me atrevo a decir es, mucha ignorancia, mucho atrevimiento, pero Dios juzgará. Yo ya se los he rezado un Rosario completo para los hermanos que han organizado estas cuestiones, ojalá Dios les perdone”, señaló la autoridad eclesial.
Con una maqueta de signos litúrgicos en la mano (cáliz, patena, copón, vino, agua corporal y purificador), el Arzobispo enseñó que la Eucaristía es un Sacramento de salvación. “El que come mi cuerpo y bebe mi sangre tiene vida eterna” (Jn 6,54), citó el Mons. Galván, resaltando la importancia de la comunión y de la institución Eucarística.
El Mons. Percy Galván reflexionó sobre la multiplicación de los panes, vista como una prefiguración de la Eucaristía, donde Jesús alimenta a cinco mil personas con unos cuanto peces y panes, a través de este milagro “el Señor nos muestra lo que significa su cuerpo y lo que significa su sangre” y que solo quien coma su cuerpo y beba su sangre podrá saciar el hambre espiritual.
“El humano sin fe no se sacia con nada”, dijo e instó a los presentes a reflexionar sobre su propio compromiso con la fe, preguntándose si participan en la Eucaristía de manera significativa y si viven su fe sirviendo a los demás de manera desinteresada y amorosa: “Qué tal bello es el servicio que nace de la Eucaristía, por eso los que participamos verdaderamente de la Santa Eucaristía debemos servir permanentemente, no un rato nomás, pero además, gratuitamente, porque todos servimos para que nos paguen nuestro salario, claro, eso cualquier tipo lo hace, pero cuál es la diferencia que marca con el hombre de fe, es gratuito”.
El Mons. Galván cerró su homilía con un llamado a la acción, exhortando a los fieles a buscar en la Eucaristía no solo el alimento espiritual, sino también la fuerza para vivir una vida de servicio y amor incondicional: “Señor, solo tú tienes palabras de vida eterna, nos quedamos porque solo a tu lado vamos a saciar nuestra hambre y nuestra fe, pero más todavía, vamos a alcanzar nuestra salvación”.